La primera es a través de lo que publica la propia empresa en su web (seguro que puedes leer los típicos mantras que se van copiando unas a otras, cosas como que son líderes en su sector, que cuentan con el mejor equipo de profesionales y que su prioridad es la orientación al cliente, todo ello sazonado con bonitas fotos de sonrientes empleados mostrando sus níveas dentaduras y sus trajes corporativos (empleados en el mejor de los casos, la mayoría de veces son modelos sin ninguna vinculación con la empresa, es decir puro fake).
La segunda sería googleandola para ver si hay noticias recientes publicadas en periódicos, notas de prensa, trayectoria a lo largo de los años o información financiera a través de webs especializadas donde suelen cobrar por acceder a la información contable. Existen webs concretas como trabajobasura.info pero básicamente son 'vomitorios' que sólo se usan para despotricar de las empresas desde el anonimato, con lo cual hay que saber ponderar el valor de la información que nos pueden aportan.
Y por último la tercera, la más útil y al mismo tiempo la más difícil de conseguir, contar con las opiniones de primera mano de empleados. Si además da la casualidad que tienes un conocido de la universidad que trabaja allí entonces te ha tocado la lotería. Lo que te pueda contar acerca del clima laboral, de la política retributiva, de la cultura de empresa y de las practicas del día a día es oro puro que no vas a encontrar en ninguna otra parte.
Esta dicotomía entre del valor de la información corporativa que proporciona una organización versus la información 'real' que te pueda facilitar algún contacto personal está tan extendida que ya hemos dado por descontado que existen dos realidades, la políticamente correcta del mundo de lo insípido, insustancial, falto de compromiso y de valor y la información privilegiada que se transmite sotto voce, en petit comité acerca de cómo funciona realmente el mundo.
Después de haber leído diversos libros sobre técnicas de búsqueda de empleo podría decir que hay de dos clases, por un lado está 'De qué color es tu paracaídas' de Richard N. Bolles y por otro lado están todos los demás.
No en vano lleva más de 40 años considerado el mejor manual para los job-seekers y más de 10 millones de copias vendidas, pero al margen de estos récords editoriales cuando lees el libro de Bolles tienes la sensación que has encontrado a un veterano curtido en mil batallas (como de hecho así es) que te está contando en voz baja cómo funciona el mundo al margen de las consideraciones políticamente correctas.
Bolles, ha acuñado el termino, la-persona-que-tiene-poder-para-contratar, para designar al gerente, empresario o directivo que tiene en sus manos la decisión última de quién es finalmente contratado. Citándolo literalmente: "El director de personal o la gente del departamento de recursos humanos -si los hay- son amigos del empresario, no tuyos. Su función básica consiste en descartarte, de modo que, si puedes, evítalos. Si vas en persona tienes casi siete veces más probabilidades de encontrar trabajo que si te limitas a mandar tu CV."
El autor establece un listado de las mejores y peores formas de buscar trabajo y desde luego una de las peores es enviar tu CV, ya sea a por iniciativa propia o contestando a un anuncio y esperar que entre los miles que deben recibir el universo tenga a bien conspirar para que tomen el tuyo en consideración. Es una técnica pasiva en la que no demuestras proactividad, no tienes control en ningún momento de la situación y desde luego la probabilidad de ser llamado para una entrevista es ínfima.
Ojo, aquí no se trata de ser el listillo que tiene la habilidad para puentear el departamento de selección de una empresa, se trata de tener el control de la situación, de saber qué trabajo buscas y tener la capacidad de 'solucionarle' al empresario la papeleta de buscar al empleado adecuado, una vez tienes perfectamente claro en qué sector y en qué empresa quieres trabajar en lugar de enviar indiscriminadamente cientos de CV cual francotirador disparando al azar con la esperanza que al aumentar el número de envíos estadísticamente suene la flauta con alguno.
(Anécdota: En un seminario sobre técnicas de búsqueda de empleo cometí la torpeza de preguntar al ponente, delante de todos, si recomendaba esta estrategia. El consejo de Bolles es sin ninguna duda brillante y simplemente quería saber su opinión y las técnicas para llevarlo a cabo, la torpeza consintió en preguntarlo en público claro, porque siendo un empleado del departamento de selección le sentó como un tiro que alguien propusiera estrategias para 'puentearlo' y socavar su principio de autoridad. Pero, ¿de qué sirve asistir a seminarios, cursos o talleres si sólo te van a contar la insulsa y poco útil versión políticamente correcta del mundo?¿Hay algo más inútil que enviar un CV con el encabezamiento:'A quien pueda interesar'?)
El problema, como suele ser habitual en las mejores soluciones, es que implica mucho más trabajo, por un lado hay que averiguar quién es la-persona-que-tiene-poder-para-contratar y cómo llegar a ella para convencerla que somos la solución a sus problemas. Suele ser una estrategia sólo al alcance de los job-seekers Nivel Pro que ya tienen una sólida reputación laboral y pueden hacer que cualquier directivo de su sector les conteste el teléfono y de expertos en 'relaciones sociales', el resto de mortales difícilmente nos libramos de pasar por la criba previa.
De hecho no hace falta recurrir a expertos en técnicas de búsqueda de empleo para saber que el primer método que hay que usar cuando buscas empleo es correr la voz entre tus familiares, amigos y conocidos para que te avisen si en sus empresas buscan trabajadores. ¿No es esa acaso la esencia del networking profesional? poder hacer contactos profesionales para ampliar tus oportunidades tanto de negocio como de acceso a puestos de trabajo?
Yo he acuñado mi propio término: 'La seducción pasiva', para designar aquella estrategia en la que lanzas el cebo y esperas que sea el propio directivo el que venga a sacarte a bailar.
Robby Leonardi es un diseñador gráfico, ilustrador, animador y programador neoyorquino que decidió que en lugar de un enviar un típico CV explicando su formación académica, su experiencia laboral y lo trabajador y proactivo que era, sería mucho más práctico demostrarlo creando un CV tipo videojuego que seguro que dejó impresionado a más de un directivo de la industria.
El problema hoy en día es que la pista de baile está completamente abarrotada y no sólo tienes que ser más seductor que tus competidores humanos para que los empresarios te saquen a bailar sino que tienes que demostrar que sabes hacerlo mejor que un algoritmo matemático o un brazo robótico, pero eso ya da para otro post entero.
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