"The end of American careerism. Climbing the corporate ladder was once a cornerstone of the American Dream. Now, many professionals are actually turning down promotions"
(Source: Business Insider - James Yates)"Climbing the corporate ladder was once the cornerstone of the American dream. But in the aftermath of the pandemic, I've been hearing about people who no longer aspire to the fancy titles, corner offices, and bigger paychecks that come with a promotion. Many are trying to fly under the radar, desperately hoping they won't get a tap on the shoulder".
"In a survey conducted by Randstad, a whopping 42% of respondents in the United States said they don't want a promotion because they're happy where they are. That was higher than in countries that are known for being more laid back about work, like Italy, Spain, and New Zealand".
Esta tendencia a renunciar a promociones profesionales está desconcertando a los jefes boomers que tanto lucharon por ascender ellos mismos.
Mientras tanto muchas empresas están comenzando a "avisar" a sus empleados que si quieren promocionar "is a must to be in the office", pero la mayoría están obviando dicho aviso/amenaza como clara señal que en 2024, los ascensos ya no son el incentivo que solían ser.
-"I get to see my kids so much now. You couldn't pay me enough to give that up". Cuando llegó la pandemia, los trabajadores empezaron a cuestionarse esa trayectoria ascendente. Trabajando desde casa, se dieron cuenta de todo a lo que habían renunciado. «Ahora puedo pasar más tiempo con mi familia. Empecé a hacer de nuevo todas esas cosas que antes me encantaban y me dije: Dios mío, no quiero renunciar a esta vida».
Tradicionalmente el 'arribismo' ha desempeñado un papel esencial en la construcción de empresas dinámicas y de éxito. La perspectiva de ascender, ganar más dinero y progresar es lo que impulsaba a muchos empleados a 'darlo todo', incluso a pesar de las largas jornadas de trabajo, la politiquería de oficina y la renuncia a tener vida familiar. Si el atractivo de los ascensos ya no mueve a los empleados (especialmente a los Gen Z) a 'darlo todo', ¿qué lo hará?
Los directivos más boomers suelen identificar este cambio como una señal de que los jóvenes no están dispuestos a esforzarse, y suelen tacharlos de flojos, acomodados y consentidos. Nada más allá de la realidad, simplemente se comportan de forma racionalmente económica y ajustan sus expectativas a la realidad del mercado laboral que se han encontrado.
Trabajos precarios, jornadas interminables, sueldos miserables que convierten en pura ciencia ficción pensar en independizarse, y muchas veces incluso teniendo empleo a jornada completa necesitan acudir a ayudas sociales para subsistir. Al tiempo que soportan los insultos de ciertos directivos trasnochados que les dicen que no tienen nada que conciliar y lo 'normal' sería que trabajaran un mínimo de 12 horas al día, osea media jornada.