El comité de 50 expertos del Gobierno recomienda cero pantallas hasta los seis años y etiquetado con los riesgos para la salud en los dispositivos.
(Fuente: EL PAÍS Tecnología - Ana Torres Menárguez)El comité de 50 expertos nombrado el pasado enero por el Gobierno de España para analizar el impacto de las tecnologías en los menores y diseñar un plan que los proteja de los riesgos de internet ya tiene su informe listo: recomienda no exponer a los menores de tres años a dispositivos digitales y desaconseja su uso hasta los seis; entre los 12 y los 16 años aconseja priorizar el uso de teléfonos analógicos (sin acceso a internet y limitado a las llamadas).
El documento, de casi 250 páginas, incluye un diagnóstico basado en estudios ya publicados, tanto desde un punto de vista sociológico como neurocientífico, sobre cuestiones como el tiempo que los adolescentes dedican a los dispositivos o los efectos sobre la salud mental.
Se aconseja a los adultos limitar el uso en presencia de menores de 6 años, así como permitirlo únicamente entre los 3 y los 6 “como excepción”, “con el objetivo de mantener un contacto social, familiar o cuando se determine por resolución judicial”. Entre los 6 y los 12 años, indican los expertos, se deben priorizar actividades vivenciales, como son las deportivas, y el uso de teléfonos analógicos.
Además, se considera necesario establecer límites a la digitalización de la enseñanza según la edad. En Infantil, “no se utilizarán dispositivos digitales individuales, aunque se permitirá el uso de herramientas didácticas colectivas bajo la supervisión adecuada del profesorado, evitando el uso de dispositivos digitales en el tramo de 0 a 3 años”. Y en Primaria (6 a 12 años), ”se priorizará la enseñanza de manera analógica”
[Suecia se había convertido en punta de lanza de la digitalización en las aulas. Ahora ha comenzado a dar marcha atrás.
Debido a las intensas campañas de marketing que llevaron a cabo las Big Tech, lograron convencer (engañar) a todo el mundo que si los niños no se digitalizaban desde edades muy tempranas se convertirían en adultos disfuncionales incapaces de progresar social y laboralmente a pesar de las sobradas evidencias que ellos mismos tenían de lo perjudicial que sería para la salud mental de los menores y por eso se encargaron de proteger a sus hijos de los productos que diseñaban para los demás niños.
Todo un plan perfectamente orquestado para depredar y extraer valor de la sociedad explotando las vulnerabilidades de nuestros cerebros para hackearlos y enriquecerse a costa de provocar enfermedades mentales. Un ejemplo más de cómo innovación y progreso social son dos cosas totalmente diferentes.]
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