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jueves, 24 de octubre de 2024

La gran estafa del amor por el trabajo

"La gran estafa del amor por el trabajo. Enamorarnos del trabajo es la última gran trampa del capitalismo", dice la escritora Sarah Jaffe.

(Fuente: El Mundo - Noa de la Torre Alfaro)

¿Se nos rompió el amor de tanto usarlo? El amor al trabajo se supone que no sólo iba a proporcionarnos un sueldo, sino que iba a ayudarnos en nuestra realización personal, iba a darnos un sentido a nuestra vida e iba a hacer de nosotros unas personas felices y sonrientes.

"El amor al trabajo es una estafa", sentencia Sarah Jaffe, la escritora y periodista estadounidense que publica ahora en España "Trabajar. Un amor no correspondido" (Capitán Swing Libros). La tesis de su best seller es que "el mito del trabajo por amor se está resquebrajando. Se ha demostrado que es falsa la idea de que si trabajas en lo que te gusta, en realidad no trabajarás".

"Da igual si te apasiona lo que haces, eso decimos para autoconvencernos, y si tu trabajo es vocacional. Enamorarnos del trabajo es la última gran trampa del capitalismo porque el amor es ciego y puede que no lo veamos, pero los sueldos llevan años estancados mientras el nivel de vida sube sin parar, una carrera universitaria ni siquiera garantiza ya un buen puesto, trabajamos más horas que nunca, estamos disponibles hasta para contestar al mensaje del jefe desde la cama y vamos galopando a lomos de crisis económicas que lo único que nos han traído son recortes y la soga de no saber cuándo será el siguiente despido. ¿Trabajar por amor, decían?"

Es lo que Jaffe llama 'el desenamoramiento laboral'. Y sus síntomas son cada vez más palpables: 'the Great Resignation' que provocó que millones de trabajadores estadounidenses dimitieran de sus puestos tras la pandemia; el triunfo de la filosofía del 'Quiet Quitting' para hacer lo mínimo imprescindible en el trabajo en lugar de darlo todo hasta la extenuación, o la 'Quiet Ambition', la tendencia que abrazan los jóvenes de la Gen Z para priorizar su salud mental y no el ascenso en su carrera laboral."

"El capitalismo necesita controlar nuestros afectos, nuestra sexualidad y nuestros cuerpos para mantenernos separados", afirma Jaffe. "Su mejor truco ha sido convencernos de que nuestro gran amor es el trabajo. La paradoja es que ese amor es en realidad un fenómeno reciente".

"La idea de que nos tiene que encantar nuestro trabajo es un invento moderno del capitalismo, lo habitual durante toda la historia de la humanidad era algo tan obvio como asumir que el trabajo era un terrible castigo bíblico que estábamos condenados a sufrir."

"Al fin y al cabo, los ciudadanos libres en la Antigua Grecia despreciaban el trabajo y lo consideraban algo propio de los esclavos. Durante muchos años, se esperaba que la gente trabajase porque no tenía otra opción. Y seguimos sin tenerla, pero ahora con la presión añadida de que en el trabajo además debemos encontrar algo que nos llene y nos satisfaga".

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